Los inicios de la electrificación en Beasain

Makinetxe en Beasain

Los inicios de la electrificación en Beasain

La primera central hidroeléctrica se construyó hace 130 años en Andoain, y se extendió por el Oria

Martín García Garmendia

La primera central hidroeléctrica se instaló en Inglaterra en 1880. Nuestra provincia siempre ha tenido un considerable potencial de aprovechamiento hidráulico debido a su singular orografía. Gracias a las antiguas implantaciones de molinos y ferrerías, las pequeñas centrales eléctricas siempre han tenido una gran tradición asociadas a los primitivos asentamientos industriales en Gipuzkoa. También constituyeron las bases sobre las que electrificar después la mayoría de nuestras zonas rurales.

En Gipuzkoa estas mini-centrales empezaron a funcionar a finales del siglo XIX, pero fue durante el primer tercio del siglo XX cuando se generalizaron. La primera central hidroeléctrica del Estado se construyó en Andoain, en 1890. Después de la política de rehabilitación iniciada en la CAV hacia 1980, vemos que durante 1995 aun seguían funcionando en la provincia 68 mini-centrales, 26 de ellas en la cuenca (no en el curso) del río Oria.

En Beasain en 1904

Fue el 5 de septiembre de 1904 cuando la ‘Fábrica de Vagones’ de Beasain comenzó a traer electricidad por primera vez desde su propia central de Zaldibia. Dado que eran 5.000 voltios de fuerza, se difundió como aviso, por bando y desde los púlpitos, las oportunas advertencias para los vecinos de las poblaciones por donde transcurría su línea eléctrica. Esta misma fábrica también producía entonces energía eléctrica generada por su propia presa, a través de una turbina sistema Francis ubicada en zona de ‘La Portería’. Fue esta ‘Fábrica de Vagones’ la que suministró gratuitamente a partir de entonces a Beasain y Ordizia la energía eléctrica que ella no consumía para el alumbrado público de ambos cascos urbanos.

El 18 de enero de 1906, el ayuntamiento de Beasain aprobó ampliar la luz pública hasta las zonas de Igartza y Mariaratz. Comunicó su decisión a la dirección de la Fábrica de Vagones con objeto de que presupuestase su ejecución, dado que, si bien la energía que ofrecía era gratuita, los tendidos eléctricos que ella misma solía ejecutar eran por cuenta de los pueblos. Al año siguiente el alumbrado público que suministró la fábrica a Beasain ascendió ya a «29 lámparas con rosca y otras 79 a bayoneta», todas trabajando a 125 voltios y con 20 bujías de potencia cada una.

Fue ocho años después, cuando esta misma ‘Fábrica de Vagones’ comunicó a los ayuntamientos de Beasain y Ordizia que dejaba de suministrar luz eléctrica por necesitarla toda para su producción de vagones y coches. Se había iniciado la Primera Guerra Mundial, los pedidos de la empresa habían aumentado considerablemente, y la fábrica tenía muchos problemas de energía para ultimar sus productos. Sería a partir de entonces cuando ambos ayuntamientos empezaron a depender de ‘Saltos del Araxes’, empresa pionera en la zona en cuanto a ofrecer los primeros servicios de venta de energía eléctrica a los municipios.

Poco después, el 14 de octubre de 1916, Andrés Telleria Echalecu compró a Mariano Garin Larrañaga un manantial y su servidumbre en el término de Astigarreta, con objeto de iniciar la construcción de la central eléctrica conocida en Beasain como ‘Makinetxe’. Fue el 22 de noviembre cuando la Diputación otorgó la concesión de tal aprovechamiento. Esta nueva mini-central aprovechaba las aguas de escorrentía que recogía toda la vertiente Oeste de Murumendi iniciada en zona de Astigarreta hasta terminar en la muga Arriaran-Beasain donde se ubicaba dicha central. Lo hacía por medio de un canal de 4.896 metros de longitud, según podemos observar en el plano de conducción que adjuntamos. La central eléctrica que acogía la maquinaria de producción, tales como las turbinas, generadores y el resto de los dispositivos y controles para producir dicha energía era en cuanto a construcción la que observamos en la siguiente fotografía.

Esta pequeña central eléctrica, situada en los límites de Arriaran y Beasain, suministraba electricidad a ‘Cerámica de Zelaikoa’, fábrica conocida popularmente como la ‘Tejería de Ormaiztegui’. Su costo de construcción fue muy alto para la época en que surgió, nada menos que 221.680 pesetas, el costo de unos siete u ocho caseríos con sus pertenecidos en la zona. Como no podía ser de otra manera, su dueño era el mismo que el dela fábrica de tejas ubicada en jurisdicción de Ormaiztegi.

El depósito de dicha central, situado justo encima del caserío Itola, tenía 115 metros de longitud, ocho de anchura, 2,50 de altura y estaba ubicado sobre suelo de cayuela y revestido de hormigón. De este enorme depósito prefabricado, con más de 2.000.000 de litros de agua de capacidad, arrancaba la tubería de cargo hasta la ‘Central de Makinetxe’, que disponía a su vez de llave de cierre, mecanismo de limpieza y respiradero de aire. Esta tubería estaba construida en acero asfaltado de 0,30 metros de diámetro interior, colocada sobre zanja cubierta de tierra, con una longitud de 600 metros hasta la turbina de la central con un salto efectivo de 177,80 metros. y se acoplaba a la turbina, de sistema Pelton, de fabricación alemana, marca Aume-Pesebeh B. Konegn de 120 HP de potencia, ubicada en la planta baja de Makinetxe. La turbina también estaba provista de un regulador de la misma marca que se acoplaba a su vez a un alternador eléctrico marca ASEM de la misma potencia.

En época de aguas ordinarias (casi durante siete meses al año), la central trabajaba sin parar durante día y noche. Los cuatro meses restantes trabajaba durante el tiempo que el escaso caudal que mantenían tanto el depósito como las diversas regatas canalizadas permitían. La producción de electricidad se reducía en esta época a una escasa cuarta parte de la generada en época de aguas ordinarias.

Los casi dos kilómetros de distancia que había entre este centro productor de energía y la fábrica de Zelaikoa se salvaban con un tendido eléctrico sustentado sobre postes de madera que discurrían justo por el borde la carretera. Pues bien, algunos caseríos de Gudugarreta y Salbatore, tales como Itola, Salsamendi, Hirigoien, Anguio, etc., también recibieron en su momento el exceso de electricidad que dicha ‘Tejería de Ormaiztegi’ por las noches no consumía.

De esta forma, muy lentamente, se fue gestando aquí la electrificación de las distintas zonas rurales, casi siempre con el concurso de viejos complejos molineros y empresas que iniciaban su andadura con esa nueva energía que tanto prometía; y, aunque todo parezca tan lejano, apenas estamos hablando de hace un siglo.




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