«La escultura te tiene que decir algo, ponerte feliz, de mala leche…»

Angel Navas y Uxue Lasa realizan esculturas para emocionar al espectador. L.M. Núñez

«La escultura te tiene que decir algo, ponerte feliz, de mala leche…»

Uxue Lasa y Ángel Navas realizan esculturas con el objetivo de emocionar a los espectadores

Agurtzane Núñez Yarza

Además de crear una obra para expresar su arte, Uxue Lasa y Ángel Navas realizan esculturas con el objetivo de hacer reflexionar al espectador. «Tienen que salir cosas, que te diga algo, que te ponga feliz, de mala leche, que te deje frío…», reflexiona Ángel Navas.

Ambos han desarrollado su arte desde jóvenes, aunque cada uno ha tenido una trayectoria diferente hasta llegar a la escultura: Uxue empezó desde pequeña con talleres de cerámica y Ángel participó de joven en diversas ‘performances’ y murales reivindicativos sobre diversos temas, aunque no se introdujo en la escultura hasta que conoció a Uxue.

«Hemos heredado la libertad de poder hacer», destaca Uxue Lasa, añadiendo que «si no te dejan manchar, si ‘molesta’ el olor a pintura… pues no puedes hacer nada. Pero si tienes suerte de tener cómplices en la familia, desarrollas más las habilidades y la imaginación». Ese fue su caso, ya que proviene de una familia en la que, de una manera u otra, todos han estado relacionados con el arte. «Toda la familia ha dibujado», recuerda: su tío abuelo, Jesús Olasagasti era pintor, su bisabuelo Vicente Ameztoy también pintaba y su tío, también Vicente Ameztoy, fue un conocido pintor surrealista.

«Yo siempre he hecho cosas con volumen, pero siempre en miniatura», indica Uxue Lasa, que cuando pasó a vivir en el caserío en el que reside actualmente, admite que sus esculturas crecieron en tamaño. «No es lo mismo estar en un piso que en un caserío. Aquí tienes sitio y empiezas a hacer cosas más grandes».

Para realizar sus esculturas ambos se inspiran en lo cercano, tanto en la historia y la mitología como en los acontecimientos de actualidad. Eso sí, siempre utilizan materiales reciclados a los que dan una segunda vida. «Me gusta trabajar mucho con madera, piedra, pero también restos que busco en el monte, hierros. Ya con lo que tenemos no nos hace falta comprar nada, como mucho vamos a la chatarrería», explica Ángel Navas.

Durante todo el año suelen mostrar sus trabajos en exposiciones tanto individuales como colectivas. «La última que hice fue una instalación en Intxaurrondo dentro de los Encuentros artísticos BAI. A mí me tocó en una rotonda en la que había una escultura de Equipo 57, en la que estaban en su tiempo Oteiza, Ibarrola, etc. Hice una escultura contra la guerra de Gaza, envolviendo unos maniquíes en mantas», cuenta Uxue.

Además, también han participado en una muestra colectiva en homenaje a Ibarrola en el Palacio ducal de Medinaceli, en Soria, en la exposición de la asociación de escultores vascos junto con artistas holandeses, en Villabona o en la exposición itinerante con motivo del descubrimiento de la mano de Irulegi por diversos pueblos de Navarra, o en la última exposición que se inauguró en el museo Ur Mara de Alkiza. «Es de agradecer el espacio que han montado Koldobika Jauregi y Elena Cajaraville, para darnos la oportunidad a otros escultores de exponer nuestro trabajo», indican.

La historia y la tradición son temas recurrentes en sus creaciones. «Me gusta reflejar el tema de los ancestros, la cultura, la mitología, un mundo que tenemos también perdido. Entiendo la escultura como una denuncia, un compromiso, siempre un poco crítico con todos los estamentos», resume. Además, ya desde joven comenzó a sacar fotografías de carteles, murales y otros detalles que le llamaban la curiosidad, y por ello, tiene todo un catálogo de imágenes en los que inspirarse: «han pasado un montón de cosas en Tolosa desde hace un montón de años y eso hay que guardarlo».

Sus trabajos, la mayoría de gran formato, se caracterizan por la mezcla de materiales, atreviéndose a realizar diferentes propuestas. «Es sano retarse, si no, te quedas estancado. A mí me apetece probar de todo», admite Uxue. Eso sí, ambos trabajan de forma manual. «Me gustan mucho las cosas que se notan que están hechas a mano. No me gusta que las superficies queden muy pulidas, que se vean las marcas de la máquina, de la pincelada…».


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