El buitre leonado, serpiente de verano

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El buitre leonado, serpiente de verano

La península alberga la mayoría de la población Europea de esta ave carroñera

Alberto González – otia@basozaina.com

El buitre no tiene buena prensa ni en la academia de la lengua española, que lo define en una de sus acepciones como persona que se ceba en la desgracia de los demás; y aunque su verdadera personalidad sea otra, ¿cuál es el motivo para ser el ave que más se ha estudiado y mejor se conoce?, veamos qué dice la ciencia.

Se sospecha que la relación entre humanos y buitres cambió radicalmente hace unos diez mil años cuando pasamos  de ser cazadores/recolectores nómadas a agricultores/ganaderos sedentarios. Para el cazador del Paleolítico el buitre era un competidor, porque entonces además de cazar no le hacíamos asco alguno a la carroña, sobre todo al delicioso tuétano de hueso, como el quebrantahuesos.

Una vez nos asentamos y dejamos de viajar conforme lo hacían cada estación las presas que cazábamos, el buitre pasó de ser adversario a aliado, estableciéndose entre ambos una relación mutualista como los insectos con las flores, nadie sale perjudicado, los dos se benefician. El ganadero utiliza al buitre para deshacerse de desechos o animales enfermos, la rapaz carroñera encuentra una fuente cómoda de alimento.

 

Último reducto del buitre leonado

En Europa desde finales del siglo XIX las poblaciones de buitre leonado disminuyen hasta desaparecer en Italia, Francia y todo el norte, por culpa sobre todo del uso indiscriminado de venenos, quedando la península ibérica como último reducto en donde se mantiene el 95 por ciento de la población europea.

La relación universal entre humanos y buitres se manifiesta en muchas culturas, llegando   incluso al ámbito religioso. Por ejemplo, en el zoroastrismo, una religión de origen iraní aceptada también por los parsis de la India y sus Torres del Silencio, en cuyas plataformas aún se depositan cadáveres humanos para ser comidos por buitres, una forma de liberar el alma del cuerpo sin ensuciar la tierra con nuestra imperfecta sustancia.

Visitar en Mumbai una  de esas torres antaño en colinas en las afueras, hoy tragadas por el desarrollo urbanístico es una experiencia impactante, un profundo aprendizaje fácil de entender cuando te lo explican. El drama en la India es que a finales del siglo XX y sin motivo aparente los buitres empiezan a enfermar hasta casi llegar a desaparecer. Las consecuencias son catastróficas en esa relación tan estrecha hombre/buitre, aún necesaria en una sociedad mayoritariamente rural en la que el buitre ejerce de agente sanitario natural de todo tipo de cadáveres. ¿El culpable?, el diclofenaco, prohibido allí desde 2005.

 

Buena vista

Buitres echandose a volar en la sierra de AndíaEl carácter que mejor retrata al buitre leonado es el de ser un contumaz holgazán con muy buena vista. Se rigen por la ley del mínimo esfuerzo, sólo discuten y emiten sonidos guturales cuando están comiendo o bebiendo. Planean las corrientes térmicas durante horas casi sin mover un músculo, de gran envergadura y torpes en el suelo, son incapaces físicamente de acosar a una presa o cazar en caída o al vuelo un animal vivo y sano. El pico lo tienen desarrollado para desgarrar, no para matar, y las garras acaban en punta roma, sólo son unas torpes zarpas.

La habitual serpiente de verano suele ser recurrente y de nuevo ha vuelto a suceder este 2019 en Cantabria, Burgos o Salamanca, ganaderos denuncian ataques de buitres leonados a reses vivas. La primera cita científica o periodística de un ataque de buitre a reses vivas sale de Navarra a finales del siglo XX, y se incrementan  con la aparición de la enfermedad de las vacas locas por las fuertes limitaciones legales que se imponen al uso de muladares.

Los estudios realizados para analizar y confirmar un posible cambio del comportamiento necrófago natural de los buitres ante la escasez de  alimento en el medio rural, no lo han podido certificar. Lo que sí nos aseguran con cifras y datos es que aun teniendo en  cuenta todas las denuncias, incluso las falsas o dudosas, los daños materiales que se declaran son insignificantes.

En este contexto surge estos últimos años una interesante actividad asociada al ocio en el que Aragón y Cataluña son pioneros y el buitre leonado un reclamo turístico

más, proliferando centros de interpretación y balcones naturales de observación. El más cercano lo tenemos en Irurtzun en una sencilla excursión desde la explanada de la antigua estación del Plazaola al mirador, con un desnivel de 220 metros. No te  olvides los prismáticos.

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