«Alegres, de colores, de rayas, de cuadros, de flores y estampados»

Trajes de baserritarra en Jantziaren Zentroa

«Alegres, de colores, de rayas, de cuadros, de flores y estampados»

Jantziaren Zentroa muestra como eran los trajes de baserritarras originales

Amaia Núñez Yarza

Hace cien años en los caseríos no vivían en blanco y negro, aunque las fotos de la época no lo muestren. Los trajes estaban llenos de colores y combinaciones posibles, muy lejos de los trajes negros y oscuros que se extendieron a mediados del siglo XX como traje de caseros o baserritarras para las fiestas populares. En Jantziaren Zentroa han recopilado información y trajes desde hace décadas, para difundir cómo se vestían en realidad los baserritarras de hace cien años.

«’Ya no voy a las romerías porque las chicas dicen que van como nosotras íbamos vestidas. Nosotras íbamos alegres, de colores, de rayas, de cuadros, de flores, con estampado… no como ahora que parecen todas viudas’», recuerda Ramón García, sastre y uno miembro de Iraultza Dantza Taldea, fundadora del museo, de las palabras que les dijo una «señora mayor de Hernani» cuando comenzaban a informarse sobre los trajes de baserritarras. «Tenemos un traje de 1920 de un baserri de Rentería, de las faldas de San Marcos, que sí que es azul marino con pintta blanca, pero no tiene nada que ver con lo que venden ahora. Este es una falda que tiene un volante, que tiene sus tablas, la zambra tiene sus lorzas… es un traje bien hecho, no como se nos ha transmitido hasta hace unos años».

Por eso, la exposición que organizan todos los años por estas fechas, en esta ocasión la han dedicado a la fotógrafa Maria Eulalia Abaitua (1853-1943), donde se pueden ver las réplicas de los trajes que Ramon García ha realizado en base a fotografías de Abaitua. «Los trajes que están expuestos están reproducidos prácticamente al 99% tal cual eran. Porque esa fotógrafa lo p bueno que tenía era que hacía muy primeros planos. Se ve exactamente dónde va la pinza, el frunce, la lorza, la costura… se pueden reproducir exactamente igual a como se llevaban antiguamente».

Los trajes expuestos son reproducciones de fotografías de principios del siglo XX, época en la que se sitúa el traje de baserritarra, que comienza a finales del siglo XIX, hasta casi mediados del XX. En esa época el traje estaba más o menos unificado en todas las provincias, «Si ves fotografías no podrías distinguir si son de Bizkaia, Gipuzkoa, Araba o Nafarroa», comenta García. «Así como hasta mediados del siglo XIX sí que podrías distinguir un poco ‘este traje es de la zona tal o este es de la zona cual’, en lo que es el traje de baserritarra no puedes llegar a saber».

Hace un siglo, el traje de las mujeres de los caseríos se componía de «medias, pololo, azpikogona, barrukogona, la falda, mantala, la zambra o blusa, y luego la pañoleta, y el burukozapi. Iban bien de ropa», admite. Los hombres también tenían varias piezas imprescindibles: «a parte de todo el interior el calzón y demás que llevaban, la torra -una especie de camisa enorme que por la noche era el camisón, era una prenda que llegaba hasta las rodillas-, el pantalón, el chaleco, el blusón, el gerriko y la txapela». En este caso, los colores estaban más definidos: «los blusones solían ser negros, grises, de mil rayas o de cuadritos, como una tela de vichy», pero no el negro brillante que se conoce hoy día.

En las mujeres el pañuelo era una pieza importante que indicaba el estado civil: «Siendo soltera podían ir con pañuelo estampado en la cabeza o la cabeza al descubierto. Llevaban el pelo recogido bien en moño, bien en trenza. Una vez de que se casaban, se tenían que poner el pañuelo blanco en la cabeza. Y en el caso de las viudas el pañuelo era negro», explica e indica que «hay unos escritos en Gipuzkoa, anterior a final de siglo, que dice que ‘las mujeres que hubieran caído en fragilidad’, solteras con hijos, tenían que llevar en la cabeza un pañuelo blanco con una raya negra a todo alrededor y una raya verde a todo alrededor también. La raya negra era el símbolo del pecado, y la raya verde era el símbolo de esperanza. Aunque podían hacer vida normal, solo podían relacionarse con mujeres casadas».

Los miembros del grupo que coordina Jantziaren Zentroa defienden la forma de vestir de hace cien años y en consecuencia animan a respetarlo. «En el grupo siempre decíamos ‘si vamos vestidos de baserritarras vamos con todas las consecuencias’. No vale que después de comer digas ‘que calor’ y te quites una prenda. Aguantas o si no, te vas a casa, te pones unos pantalones vaqueros y una camiseta y ya está. Si quieres ir con un traje bien reproducido, tienes que ir bien prieta».

En el caso del calzado, las abarcas eran solo para el trabajo, así que cuando bajaban a los pueblos o ciudades llevaban alpargatas o zapatos de cuero «el que podía». Les gustaba el contraste, así que con las alpargatas blancas la media solía ser negra, «contrastando el color del calzado con el color de la media».

Las telas que utilizaban eran de fibras naturales como algodón, lino o lana. Aunque de colores, las combinaciones pueden resultar extrañas a cualquiera que las viera ahora. «No había tantas tiendas de tela ni variedad como ahora. Si el hijo o la hija volvía de la ciudad llevaba un trozo de tela a la ama. La siguiente vez ya no se acordaba ni del estampado ni del color, y llevaba otra tela. Los trajes eran la combinación de lo que les llegaba al caserío».

Los trajes los hacían en el mismo caserío, «dependía de la habilidad de cada una», pero admite que hay piezas «impresionantes, mucho mejor que ahora». Solo los más pudientes podían acceder a una modista. «Nos contaron en un baserri que tenían un patrón como de camisa y con eso iban haciendo todo. Que había que hacerlo entallado, pues le cogían un pellizco y hacían una pinza; había que darle más anchura, pues lo hacían más ancho. Antes no había clases de corte y confección como ahora. Era un poco imaginación al poder».

 



 

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