Ibon Onandia: «Quiero demostrar que se pueden hacer muchas cosas, también con discapacidad»

Ibon Onandia durate una de las inmersiones.

Ibon Onandia: «Quiero demostrar que se pueden hacer muchas cosas, también con discapacidad»

Ibon Onandia superó su miedo y lleva siete años explorando el fondo del mar

Agurtzane Núñez Yarza

Cuando Ibon Onandia le dijo a su madre que quería aprender a bucear, no se lo creyó. «‘¡Con el miedo que tienes tu al fondo del mar!’, me contestó. Pero me ayudó a buscar un sitio en el que aprender», recuerda ahora.

Siendo de Deba, desde pequeño ha estado cerca del mar e iba con sus amigos a bucear a pulmón. «Mi amigos hacían pesca submarina y yo les acompañaba, aunque nunca me ha gustado la pesca, me parece cruel», explica. Poco a poco, las exploraciones submarinas cerca de casa se les quedaron pequeñas, y cuando su amigo Fernando le dijo que iba a hacer un curso de buceo, el pensó que por qué no, «pensé que tenía que atreverme a quitar ese miedo al fondo del mar y ver lo que había más allá».

Como era verano, casi todos los clubes de buceo estaban cerrados, «pero en Buceo Donosti le dijeron a mi madre que podía ir sin problemas», todo un hándicap para una persona como él, con síndrome de Asperger, aunque con gran afán de superación. «Tuve que rellenar un test sobre si tenía alguna enfermedad, si tomaba medicación, etc. e hice mi primer curso de ‘open water’ o aguas abiertas, lo que me permitía bucear hasta 16 metros de profundidad». Lejos de parecerle suficiente, al año siguiente, en 2020, hizo el curso para poder descender a 40 metros de profundidad.

Desde entonces, el fondo del mar se ha convertido en su segunda casa, con salidas habituales con el club de buceo para ver el fondo marino guipuzcoano. «Es una sensación increíble, no oyes nada del exterior, silencio absoluto, estás tú y tu respiración, nada más», explica Ibon Onandia. El buceo le enganchó tanto que hasta su madre se inicio en el snorkel, con aletas y tubo. «Le quité ese miedo. Solo lo hace conmigo, dice que solo se fia de mi. Mi padre en cambio prefiere darse un baño».




Respirar tranquilo

La respiración es uno de los elementos más importantes, ya que de él depende la duración de la inmersión. «La botella tiene 210 milibares, cuando llegas a 100 tienes que darte la vuelta, y estar en el cabo para subir y hacer las paradas de emergencia con 50 milibares. Si estás nervioso se te agota antes el aire. Al principio empecé a hacer yoga, pero ahora hago ejercicios de respiración», indica.

Aunque desde tierra parezca que bajo el agua esté oscuro, Ibon Onandia relata un lugar lleno de vida. «Es como la superficie, tiene sus montañas y cuevas y vemos muchos animales. En las últimas salidas hemos visto nudibranqueos, que son una especie de limacos violetas y amarillos; vaca de mar, que es otra especie de limaco; itsas kabras, estrellas de mar… muchas especies. El fondo del mar te sorprende, no hace falta ir al Caribe».

Él ha estado dos veces en Tenerife y quiere visitar pronto la reserva de El Hierro. «Es curioso, por la mañana puede haber olas en la superficie pero debajo todo está limpio, y a la tarde está todo revuelto. Por eso sólo hacen salidas por la mañana».




Residuos en el mar

Eso sí, también ven restos de residuos. «Hace unas semanas hicimos la limpieza del seno en la bahía de Pasajes y sacamos de todo: ruedas de barcos, plásticos, cristales, botellas, incluso un montón de nasas para pescar cangrejos y bogavantes. Estaban vacíos, pero no tenían la cuerda para poder recogerlos, y si entra el marisco, no puede salir», recuerda.

Por ello, cada vez que entra en el agua, si ve algún residuo, lo recoge. «Oscar, el instructor de buceo, nos dijo que cada vez que vayamos al mar es mejor sacar la basura y no coger una piedra, que puede ser el refugio de un pez pequeño».

 

Ibon Onandia en el puerto de Pasajes junto al barco de buceo. Núñez

También subraya la importancia de no tocar a los animales, «es algo que nos recalcan en los cursos», verlos sin molestarlos. Él no ha tenido ningún susto, ni siquiera la vez que fue a ver tiburones de aleta azul. «Si mantienes la distancia no se acercan. Una amiga que nadó con tiburones tigre me dijo lo mismo, si tu no les haces nada y te mantienes a distancia, van a lo suyo. Aquí el mayor depredador es el congrio, y solo sale de noche».

Lejos de pararse, ya está preparando sus siguientes retos: «estoy pendiente de hacer un curso de rescate y otro de estrés. Uno es para rescatar a personas y en el otro te enseñan, por ejemplo, a ponerte el equipo bajo el agua». Además, este curso ha retomado su otra afición, el rugby. «Juego en Hernani. Lo dejé durante un año y empecé de nuevo esta temporada. Es rugby inclusivo, para personas con discapacidad, y los veteranos nos ayudan y enseñan».

También tiene en mente la grabación de un documental para reflejar su experiencia, «lo quiero publicar en mi canal de Youtube, para que la gente conozca que con discapacidad también puedes hacer muchas cosas».

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