La época dorada de la minería en Gipuzkoa

Plano de una de las minas de Irura en la época dorada de la minería en Gipuzkoa

La época dorada de la minería en Gipuzkoa

A finales del siglo XIX proliferaron las solicitudes para las explotaciones mineras

Amaia Núñez Yarza

Una leyenda cuenta que hubo una mina de oro en Irura. Aunque nunca se ha podido verificar la existencia de este mineral en la ribera del río Oria, sí que es cierto que el municipio contó con innumerables solicitudes para la extracción de hierro y plomo desde la década de 1870 hasta principios del siglo XX, una época de auge para la minería en Gipuzkoa.

Las explotaciones mineras existen en Gipuzkoa desde la prehistoria, aunque la mayoría se conoce de su existencia desde el siglo XVII. Aun así, hasta mediados del siglo XIX había contabilizadas unas 350 solicitudes. En esa época se extendió la creencia de que la tierra de la provincia era rica en minerales y proliferaron los intentos de negocio.

El investigador Yoseba Alonso Arratibel encontró una amplia documentación en el archivo del Gobierno vasco, al buscar documentación sobre el aprovechamiento del monte o vuelo (árboles) por los concejos de Zigoitia y para entender las hondonadas o cárcavas que hay en el monte dentro de un trabajo que está realizando en Zigoitia (Álava) en colaboración con la asociación Abadelaueta. «Localizamos cómo había habido una transferencia de competencias y la devolución de documentación sobre las minas que eran competencias del estado. Como en esa época también estaba haciendo un trabajo en Irura me pareció muy interesante esta documentación poco conocida», indica Alonso.

Los datos están limitados hasta 1910 por protección de datos, aunque ofrecen una amplia información. A la hora de realizar la solicitud, esta se colocaba en el tablón de anuncios del Ayuntamiento. «En un principio solía ser de una semana y al final era de 60 días», explica y añade que, «como dato, cuando se pide la superficie, aun siendo privado se concede para poder hacer galerías». Las solicitudes también debían publicarse en el Boletín Oficial de la Provincia de Gipuzkoa. En este sentido, agradece a la archivera Pilar su colaboración en la localización de los documentos.

La mayoría de las solicitudes de Irura corresponden a catas para comprobar la existencia de los minerales y la rentabilidad del proyecto. Aun así, destaca la proliferación a partir de la década de 1870. Solamente en 1877 hay cinco expedientes en el municipio.

La expansión llegó unas décadas más tarde. La primera localizada por Alonso es para la mina llamada San Miguel, con el nº 375 de registro «solicitada por Claudio Gaiztarro vecino de Anoeta para la extracción de mineral de hierro en el paraje llamado Yrugaztañeta pagando una cuota de setenta y cinco pesetas el día 13 de junio del 1876, solicitando 12 concesiones». Hasta 1880 se habían publicado un centenar en Gipuzkoa, pero de 1882 al 1890, se contabilizan más de 300 expedientes, y alrededor de otros 1.300 en los siguientes nueve años.

Entre los inversores hay personas tanto de la comarca como extranjeros. Por ejemplo, Richard Fennelly, vecino de Hendaya, realizó tres solicitudes en 1877 para explotar las minas de plomo San Mateo, San Vicente e Industria. Cada solicitud contaba con sus propios planos, de los que Yoseba Alonso ha podido recuperar algunos.

La leyenda de la mina de oro

La concesión más conocida en Irura y en la comarca es la que ubica una mina de oro en el municipio. Nadie sabe con certeza si se llegó a extraer este mineral, aunque algunas personas indican que pudo ser pirita, «por las características geológicas de Gipuzkoa es imposible que haya oro. La mayoría de las minas son de plomo o hierro», subrayan. La historia sitúa esta mina en las cercanías de la presa y la actual salida de la autovía.

Según Yoseba, la mina pudo ser la llamada Vírgen del Remedio, ubicada en las inmediaciones de la ermita del mismo nombre. Actualmente por esa zona pasa la N-I y estaba situada cerca del antiguo puente, hoy en día peatonal, hasta la curva que hace la carretera, en dirección a Donostia, lindaba en el Norte con la mina San Mateo.

La solicitud encontrada por Yoseba Alonso está datada el 31 de enero de 1903 por el industrial Antonio Elosegi de Tolosa, con el número de registro 3282, y se cerró un año más tarde, lo que refuerza la idea de que no se encontró oro ni tampoco era rentable en otros materiales. «A veces decían que habían encontrado algo para hacer ver que tenían algo, pero no era verdad». Muy pocas minas de las de Irura se mantuvieron en el tiempo. «Solamente una, la de Katategitxiki, aguantó alrededor de 25 años».

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