Clara Gutiérrez: «Que tu comida sea tu medicina»
Clara Gutiérrez lleva décadas dando a conocer el herbolario tradicional
Las plantas son más seres verdes que nos rodean. Pueden ser nutrientes, limpiadores del aire y de la tierra, e incluso medicamentos. Esto es lo que estudia la etnobotánica, la ciencia que investiga la relación entre los seres humanos y las plantas. Clara Gutiérrez se ha especializado en este campo que estudia el uso de las plantas.
La cultura vasca, como rural que es, ha tenido una estrecha relación con las plantas durante siglos. No solo se utilizaban para hacer ungüentos e infusiones medicinales, también como alimento. «Ahora estamos en una transición muy bonita porque hay mucho interés por recuperar lo perdido», comenta Clara Gutiérrez, quien lleva décadas impartiendo cursos sobre el tema.
«Con la revolución industrial se machacó lo relacionado con los caseríos, la cultura local. Aquí hay mucho amor por lo propio, pero en contraposición hay mucho odio por lo propio. Se ha rechazado la cultura rural, pero se ha despreciado desde que empezó lo industrial y el hermano tonto era el que se quedaba en el caserío», comenta.
En esa recuperación de la sabiduría sobre el tema tiene claro que su «misión de vida es dar conocimiento sobre el uso de las plantas, porque se están aniquilando». Defiende el uso de las plantas en su integridad, y «que tu comida sea tu medicina», en un mundo en el que muchos medicamentos y suplementos son derivados de las plantas.
«Creo que las plantas tienen un poder por todo, no es solo una molécula la buena. Mis estudios y conocimiento de las plantas indican que es un ser muy completo, que tiene que ver con la energía, el color… y muchas de las moléculas que no sabemos para qué sirven, pero te sirven. Igual una te sirve para el hígado, pero también te ayuda a la circulación».
Como plantas entiende a todos los vegetales. «En el 90 fui a Andalucía y todavía las mujeres de los pueblos como Berastegi, Ormaiztegi… salían al campo a recoger plantas silvestres. Sin embargo, diez años después, las hijas de estas mujeres no cogen nada», recuerda el cambio de una generación a otra. Esas plantas, además de para ungüentos, también podían ser para comer, como las malvas.
Por ello, indica que todas las plantas tienen un uso o un porqué. «Absolutamente todas sirven. Y las que no, hay que mirar en el ecosistema: cómo funcionan los sistemas y cómo en la sucesión de las plantas, animales y otros, en un sistema degradado por los humanos, cómo se va recomponiendo naturalmente, o cómo lo puedes recomponer. En ese sentido todas las plantas son necesarias».
Pone como ejemplo la cala silvestre, conocida como ‘sugebelarra’ por las bolitas rojas que da después de la flor: «las bolitas son muy tóxicas, pero resulta que es una de las más limpiadoras de metales pesados del suelo y limpiadora. No la tenemos que quitar».
En este sentido, indica que las más tóxicas, «como pueden ser todas las mortales, son las medicamentosamente más poderosas». De algunas se sacan componentes que pueden salvar la vida en caso de enfermedad, pero en caso de utilizarla sin necesidad, pueden resultar fatales. «Con las setas pasa igual. Nosotros no somos expertos en medicina a través de las setas, pero los japoneses sí. De hecho, por eso nos están introduciendo sus setas, que aquí tenemos muchas, porque aquí somos ignorantes en el mundo medicinal de las setas», explica.
Por ello, en la búsqueda del equilibrio alimentario, es «partidaria de comer de todo. De nada hay que tomar solo una cosa. No soy partidaria de las dietas por definición». Ella se adentró en la etnobotánica tras estudiar biología y aprender directamente de las personas que aún mantenían esos conocimientos. «Cuando de verdad empecé a aprender es cuando empecé a cocinar. El acto de comer es un aprendizaje super completo», defiende. Por ello, uno de los cursos que más imparte es el de ‘silvestres comestibles’, en el que muestra cómo incorporar al menú plantas normalmente mal vistas como son las ortigas o las malvas.
El consumo puede ser en algunos casos en forma de menestra, pero también se pueden elaborar aceites, infusiones, bebidas, mermeladas, etc. «En general las plantas secas mantienen las propiedades, excepto la melisa, que pierde el 40% de sus propiedades, igual que el jazmín. En cambio el orégano, el romero o la ortiga, solo pierden el agua».
Aun así, a la hora de tomarlas subraya que están «las inocuas, que puedes tomar todos los días, siempre teniendo en cuenta que dos infusiones al día son mucho. Si comes de todo, seas vegetariano o no, con una dieta variada, con una infusión al día es suficiente. Si tomas más, ya es terapéutico». En ese caso, aconseja consultar siempre a un especialista.
Suscribete a la revista Txantxangorri en papel con todos los contenidos de la web, recetas, manualidades, articulos de colaboradores y más! suscribirte aquí.
Síguenos en X, Facebook e Instagram para seguir disfrutando de nuestros contenidos. Además, si quieres hacernos llegar alguna propuesta o informarnos de algún evento puedes escribirnos a txantxangorri@txantxangorri.info. |