Molinillos y cafeteras de los siglos XIX y XX

Algunas de las cafeteras de la colección de Lourdes Echeverria de su colección de molinillos y cafeteras antiguas. Martin Garcia

Molinillos y cafeteras de los siglos XIX y XX

Llegaron a nuestras casas hacia finales del siglo XVIII para preparar el mejor café, con granos recién molidos

Martín García

Algunos estudiosos dicen que en Etiopia ya se conocía el café en el siglo XIII, aunque su uso doméstico no llegó hasta el siglo XV; a saber… Por nuestra parte, si publicamos antes la crónica sobre las viejas chocolateras utilizadas en algunas casas del País Vasco durante los siglos XVIII y XIX, se debe a que el café llegó en realidad aquí algún siglo después a que lo hiciese el cacao para ser degustado como chocolate a la taza. Éste último ya se conocía en el siglo XVI, aunque bien es verdad que su popularización no se produjo hasta algunos siglos después, tal y como dijimos en el artículo del mes pasado.

El café, sin embargo, se empezó a conocer en Europa hacia el siglo XVII, y tal y cómo pasó antes con el chocolate, su consumo también tardó tiempo en implantarse para las ‘gentes de a pie’. Como reclamo propio del producto, seguro que lo primero que cautivaría a nuestras abuelas algunos siglos después sería ese característico aroma del café tostado que ellas molían en estos viejos molinillos y luego prepararían en las antiguas cafeteras.

Como señuelo natural propio de tal producto, después vendría el ‘chute o subidón’ que les daría la cafeína una vez molido el grano y diluido y calentado bien en agua o bien en leche en tales cafeteras.

Hemos seleccionado un bonito cuadro con nueve molinillos de distintos tipos y formas, unos metálicos y otros revestidos en madera. En la otra fotografía mostramos más de medio centenar de cafeteras. Tanto los molinillos como las cafeteras proceden de la colección que guarda la ataundarra Lurdes Echeverria Bengoechea, quien nos ha cedido todos esos objetos para el presente artículo. Diremos, a título de curiosidad, que dicha colección contó en sus inicios con nada menos que 153 cafeteras antiguas.

Todos estos objetos fueron recopilados en su día por su padre Jesús Echeverria, dentro del País Vasco y Navarra, tal y como dijimos en la crónica anterior. En la siguiente foto observamos a Jesús padre, paseando en bicicleta por Beasain en 1949, junto a su hijo Jesús Mari, de cinco años de edad entonces.

En cuanto a la difusión del café, en Londres ya se abrió la primera cafetería en 1652. Según algunos registros, hacia principios del siglo XVIII ya había en dicha ciudad un buen número de cafeterías, aunque luego predominaría el té como bebida. En Berlín, sin embargo, el primer establecimiento dedicado a la venta de café a la taza se abrió en 1670; y, en París, un establecimiento tan famoso como el ‘Café Procope’, abrió sus puertas en 1686. Hacia mediados del siglo XVIII todas las capitales europeas ya disfrutaban de ‘modernas’ cafeterías en sus calles.

Durante los siglos XVII y XVIII la demanda se acrecentó en Europa de tal forma que distintos Estados europeos con colonias en América y en el Suroeste Asiático, aumentaron sus producciones para satisfacer esa demanda, y también la de otros países. En poco tiempo no solo enviaban este producto a Europa, sino que, de forma escalonada, también a distintas partes del mundo con las nuevas redes comerciales que crearon.

Estamos hablando de países con colonias, tales como Holanda, Francia, España, Portugal, Inglaterra, etc. El primer país asiático en donde los holandeses introdujeron el café fue Indonesia en el siglo XVII, mientras que los franceses lo hicieron en Vietnam ya en pleno siglo XIX. Durante los siglos XIX-XX Brasil fue el mayor productor y comercializador del café, hasta que otras zonas productoras de Colombia, Guatemala, Perú, México, Venezuela, Costa Rica, Nicaragua, Indonesia, Filipinas, Vietnam, etc., llegaron a ser también importantes productores en distintas variedades de café.




En el País Vasco las grandes tiendas y almacenes de productos coloniales también empezaron a vender entre sus productos esos granos para hacer café, pero lo hacían normalmente en verde, dado que el tostado de dichos granos no era un tema baladí, sino que se consideraba que para que tuviera el punto y la calidad adecuada debían de hacerlo manos expertas y conocedoras del producto; y a ello se dedicaron diferentes casas y artesanos especializados ya durante el siglo XIX. Curiosamente todavía están en el mercado algunos descendientes de esas marcas que ya tostaban café entonces.

La popularización del café entre nosotros es pues bastante reciente, mayormente de la segunda mitad del siglo XIX, que fue cuando se multiplicaron aquí todos esos comercios especializados que adoptaron con lógica el nombre de cafeterías, algunas de ellas inmensas, como la denominada ‘Ambos Mundos’ de Zaragoza. Se situaba en el Paseo de la Independencia 32-34, con un aforo para mil personas, que se inauguró el 4 de octubre de 1881. Estuvo funcionando en el mismo sitio hasta su cierre y demolición en 1955. ¡El café, qué gran invento…!

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